sábado, 6 de marzo de 2010

El Problema de la Selección de Contratistas.

Supone un freno para el avance técnico, social, económico y democrático, el que se estén desarrollando estudios y programas en la universidad, que luego no se aplican en la práctica, por motivos varios y que es preciso tratar, como el que patrocinado por el Ministerio de Fomento, Xunta de Galicia, y desarrollado por los Ingenieros Industriales Ricardo Bendaña, Alfredo del Caño, Pilar de la Cruz, y Alberto Castro de la Universidad de Vigo, el primero y la Coruña los demás, desarrolla un programa de selección de contratistas, basado en redes neuronales, que publicaré en otro post, siendo éste introductorio.
Tanto en contratación pública como en privada, la selección de contratistas, se ha basado tradicionalmente en la consideración de la oferta más baja, y no se tenían en cuenta otros criterios (solvencia técnica, historial, referencias de clientes, etc) o bien no tenían apenas importancia.
En contratación privada, esto ha obedecido a la falta de cultura de proyecto, a la falta de madurez de la organización, muchas veces por insuficiente profesionalización de la dirección de la empresa.
El sistema puede ser adecuado, siempre y cuando haya habido una preselección de contratistas basada en otros criterios, y la obra no sea compleja, pero en la práctica no se suele dar.
En el pasado, en España se ha usado la subasta, contratando la oferta más baja con excesiva frecuencia, basándose en una teórica "limpieza", pero en los países más avanzados, se ha evolucionado hacia sistemas multicriterio, más completos y rigurosos, y desarrollados en una sola fase, que incluye el precio.
En los sistemas de dos fases, con una preselección de candidatos en la primera, se realiza la selección final, negociando el precio.
La "post-calificación" es el sistema inverso, seleccionando entre las ofertas más bajas.
Hace tiempo que en España se viene usando procesos multicriterio en contratación pública, y respecto al sector privado, existen dos tipos básicos de clientes: orientados, y no orientados al proyecto.
Los no orientados, usan procesos "ad hoc", muy sencillos y normalmente poco profesionales, basados en el precio, que suelen ser de baja eficacia y provocan problemas en pases posteriores del proyecto.
Los clientes orientados al proyecto, que contratan frecuentemente, suelen desarrollar procesos más eficaces, basados a veces en la contratación pública, pero mejorados. Estos clientes están más cercanos a las tendencias más innovadores y de investigación en este campo, como es la contratación en régimen de colaboración (partnering).
Para evitar los problemas de contratar por el precio, se establecen otros criterios adicionales, para seleccionar el contratista más apropiado en base a los objetivos de quien contrata: plazo, coste y calidad como mínimo.
Respecto a otros criterios que se pueden usar, un conjunto completo sería:
a) Conocimiento del entorno regional o local (legislación, normativa técnica y mercado).
b) En grandes proyectos complejos, capacidad del contratista para participar en otros aspectos diferentes de la mera construcción (ventas, mantenimiento...)
c) En grandes proyectos internacionales, el plan de movilización del personal.
d) La capacidad y aceptación del contratista para incorporarse como inversor, cuando esto tiene ventajas para el cliente, como credibilidad ante instituciones y mercados financieros. Esto en proyectos de gran tamaño también.
e) Capacidad para ofrecer diseño: alternativas que el contratista propone, y que suponen una mejora al proyecto inicial.
f) Aspectos medioambientales y de sostenibilidad, incluido el impacto social en la zona, p.ej., mediante un incremento de la contratación de personal y empresas locales.
g) Aspectos "políticos", como las buenas relaciones con la administración, o la afinidad entre los responsables de las empresas contratista y cliente.
h) Capacidad para innovar, inversión en I+D+i.

i) Servicio post-venta.
Ya que la cantidad de criterios que entran en juego puede ser elevada, surge la necesidad de desarrollar sistemas capaces de llevar a cabo una evaluación conjunta, de forma automática y consistente, como herramienta de apoyo a la decisión final.