viernes, 22 de enero de 2010

Arquitectura y Psicología en las Oficinas del Siglo XXI



La Arquitectura afecta al bienestar.
Los espacios pueden fomentar la creatividad y reducir el estrés, pero también puede provocar lo contrario, ya que afectan a nuestra forma de trabajar.
En grandes empresas, se realiza por el hallazgo de que los empleados felices son leales y productivos. Estudios ergonómicos han mostrado una correlación entre el diseño de la oficina, la comodidad y el rendimiento de los empleados. Cualquier persona que se siente cómoda, está más motivada y es más productiva, y los experimentos de laboratorio y de campo lo muestran claramente ",
El trabajo de oficina es múltiple: hay momentos para solucionar problemas por sí solo y en equipo, asesorar a los clientes, para comunicarse con colegas, y para desarrollar ideas. También son importantes los descansos, relajarse y sentirse seguros en su propio "territorio", por eso, se aspira a más cosas que el calendario de pared y la palma de yuca, dado que muchos factores juegan su papel: el aire libre, la fachada y hall de entrada, salas de conferencias con buena acústica y la tecnología de medios, además de la distribución de los grupos y las distintas oficinas que influyen en la convivencia social, la supervisión mutua y el bienestar ",
La oficina del futuro, podría adaptarse a las cambiantes necesidades de la vida laboral. Un grupo de investigación en el Instituto Fraunhofer de Stuttgart de Organización Industrial (OIT) realiza el proyecto Office21 que considera principalmente la "tendencia hacia el trabajo flexible y soluciones para la oficina, adaptables a diferentes necesidades. Los edificios de oficinas se están convirtiendo en centros de un mundo en red de trabajo, combinado con oficinas satélite, los teletrabajadores y trabajadores móviles conectados ", que deben estar apoyados por la arquitectura".

Los sistemas flexibles son la tendencia
Así, los diseñadores están confiando cada vez más en los sistemas flexibles que, dependiendo de la demanda, promueven la creación de redes y la interacción, pero también ofrecen espacios de retiro para concentrarse o relajarse.
La solución combinada se ve favorecida por los profesionales de la oficina.
Las oficinas de despachos individuales se agrupan alrededor de los bordes de la construcción en torno a un servicio central y de las zonas de comunicaciones, que puede ser utilizado por todos, como las salas de reuniones. Esta combinación, resuelve el problema de territorialidad de la oficina de arquitectura moderna: tiene un espacio con un margen de apreciación personal, y también pública, accesible a todas las áreas de trabajo para el intercambio.

Por ejemplo, mediante áreas de descanso, con el uso de los sofás con los bordes exteriores de alto y la espalda, que constituyen, yuxtapuestos, una especie de cámara, de aislamiento del bullicio de oficina. Con la relajación en estas zonas, los empleados pueden pensar en paz, tomarse descansos, y realizar entrevistas informales.
La compañía que ha puesto en marcha el sistema para sus propios empleados y ha examinado el efecto tiene como resultado: alta calidad del trabajo, por encima de la media de los nuevos empleos, y la reducción de las bajas por enfermedad.

La oficina de plan clásico abierto - el temor de muchos trabajadores
Los psicólogos de la arquitectura están convencidos de que la oficina clásica, abierta, que muchos trabajadores temen, se cambiará por un concepto flexible, ya que va en contra de las necesidades humanas vitales, tales como la dificultad de tener conversaciones telefónicas, por el ruido, la temperatura ambiente está determinado por los individuos dominantes, o el estrés incontrolable. Especialmente para las exigentes y complejas tareas no son adecuadas, como lo demuestran los estudios.
"Promueven las tareas de rutina simples con un carácter altamente competitivo, porque se puede ver lo que hacen sus colegas, pero tareas difíciles se adaptan mejor a las oficinas con despachos individuales.
"Un buen clima interior, suficiente para llevar la luz y una hermosa vista de los espacios verdes", por ejemplo, aconseja el psicólogo de Arquitectura Rotraut Walden. "Esto incluye estaciones de trabajo ergonómicas, de la que se dispone de una buena distancia de los equipos principales para ayudar a un bajo mantenimiento, materiales suaves y superficies de los muebles y las cosas también muy simples, sin puertas chirriantes y cajones, sin ruido."
Aunque, según las estimaciones , sólo un cinco por ciento de las empresas alemanas se asesoró por un psicólogo de arquitectura, podría ser el futuro ideal para el tiempo de trabajo, como un activo en la lucha por los empleados de talento. Ofrecer una "Oficina satisfactoria" que pueda adaptarse y crecer con el trabajador.

La Oficina del Bienestar ...
Idealmente, para el personal sería con la posibilidad de …
... un territorio asignado personalmente, que él mismo puede hacer,
... la libre elección entre las zonas de oficinas públicas y privadas,
... la capacidad de auto-regular las relaciones sociales, como a través de una puerta, tabiques y persianas,
... la libertad, la temperatura, la iluminación y el control de la ventilación ,
... con un atractivo equipo de comunicaciones, de materiales de calidad, colores cálidos y mobiliario ergonómico.
Para obtener más información sobre el tema
http://www.office21.de/ y http://www.architekturpsychologie.org/

Por Eva Tenzer, Frankfurter A. Zeitung, traducción de Innopolis.

martes, 5 de enero de 2010

Proyecto "La Ciudad de los Niños" I

"Antes teníamos miedo del bosque. Era el bosque del lobo, del ogro, de la oscuridad...".

Así comienza el capítulo primero del libro ´´ La ciudad de los niños" de Francesco Tonucci.
Ahora el lugar de los miedos, las inseguridades, los riesgos, los peligros, los sustos, para muchos niños es la ciudad, su ciudad. El lugar en el que han nacido, en el que juegan (poco), en el que pasean (acompañados) en el que se van haciendo mayores (vigilados), entre coches, asfalto, vallas y señales de todo tipo.

¿Cómo debería ser una ciudad que tuviese en cuenta a los niños? Más: ¿cómo habría que diseñar y planificar una ciudad a la medida de los pequeños? ¿Qué principios políticos deberían regir las actuaciones de munícipes y técnicos para que ese lugar permitiese crecer con seguridad, autonomía y garantía? ¿Puede la escuela ayudar y favorecer en el aprendizaje de la lectura de la ciudad, y con ello aumentar la autonomía y disminuir la inseguridad? ¿Es el niño un instrumento fiable de medida para calibrar la humanidad y la bondad de una urbe?.

Una ciudad sin niños
Antes se ansiaba el momento de salir de casa porque todo lo que tenía más interés estaba fuera. La casa era el lugar fundamental de la seguridad, de las necesidades primarias, de los deberes. Pero era necesario salir para encontrarse con los amigos, para jugar, para ir al bar, al cine, a la biblioteca. Y, si existían peligros, era necesario prestar atención, eso decían nuestros padres.


Hoy se añora la hora de volver a casa, porque la casa es el lugar del descanso, de la cultura, de los afectos, de la comunicación. En casa tenemos comida congelada que dura meses, tenemos la biblioteca, la colección de CD, las películas preferidas, la posibilidad de hablar por teléfono o de intercambiar mensajes por Internet o por el móvil. La casa ya no es una parte importante pero insuficiente de la más amplia realidad de la ciudad, sino que resume en sí misma la propia ciudad. Ya no forma parte de un complejo ecosistema, sino que tiende ella misma a la autosuficiencia, otra característica importante e inquietante de la ciudad moderna. A la autosuficiencia tienden las diferentes partes de la ciudad, desde la casa hasta el centro comercial.


Comprar significaba realizar un recorrido, entrar en sitios diferentes, encontrarse con personas diferentes, cada día las mismas, de modo que se podía retomar de un día para otro una confesión, una historia o intercambiarse la última noticia.

Hoy, para comprar, es preciso desplazarse al centro comercial, ciudad con aparcamiento garantizado .

La degradación hace que la ciudad no sea un lugar adecuado para vivir, y nosotros nos defendemos construyendo lugares seguros, protegidos, donde pasar tranquilos nuestro tiempo libre.

En las últimas décadas, la ciudad ha renunciado a la escala humana, a tener a sus ciudadanos como referencia y parámetro, y se ha convertido en un espacio, de hecho, reservado a los coches, que han invadido los espacios públicos de la ciudad, privatizándolos, sustrayéndolos al posible uso de quien se mueve a pie o en bicicleta.
A los peatones, que pueden también ser pequeños, ancianos, discapacitados, cargados con bolsas de la compra, con un niño en brazos o en cochecito, les toca el recorrido más largo y cansado. A los coches, que tienen motor, les toca siempre la calle llana, el nivel cero. Los coches imponen a las ciudades su lógica, su estética, su «música».


Todo esto ha sucedido en un plazo de tiempo muy breve. Porque la ciudad, su administración, ha elegido como ciudadano prototipo a un ciudadano varón, adulto y trabajador.
Ha adaptado las ciudades a sus exigencias, ha intentado responder a sus peticiones garantizando, de este modo, el consentimiento electoral del ciudadano fuerte.
Así, ha traicionado las exigencias y los derechos de quien no es varón, no es adulto, no es trabajador, no es conductor. Con la consecuencia de que, en esta ciudad, han desaparecido los ancianos, los discapacitados y los niños.

En esta ciudad, el niño no puede vivir algunas experiencias fundamentales para su desarrollo, como: la aventura, la búsqueda, el descubrimiento, el riesgo, la superación del obstáculo y, por lo tanto, la satisfacción, la emoción. No puede jugar.


Estas experiencias necesitan dos condiciones fundamentales que han desaparecido: el tiempo libre y un espacio público compartido. Es difícil para el niño salir de casa solo, buscarse compañeros e ir a un sitio adecuado para jugar con ellos. Las dificultades ambientales, reales o presuntas, han convencido a los padres de que esta ciudad no permite a un niño de seis, diez años, salir solo, y, por lo tanto, el que era su tiempo libre se ha transformado en un tiempo organizado y dedicado a diferentes actividades, en casa o fuera de ella, estrictamente programadas y habitualmente de pago.

Por lo tanto, por un lado: la televisión, la play station, Internet; por otro: los diferentes cursos extraescolares de deporte, de arte y de idiomas.
¿Y para jugar? Para jugar, los padres acompañan al niño al parquecito cerca de casa, lo acompañan a casa de amigos o bien invitan a éstos a su casa. Lo esperan y lo vigilan. Pero, ¡no se puede acompañar a los niños para que jueguen! ¡Es necesario dejarlos!






Fuente: Francesco Tonucci
Istituto di Scienze e Tecnologie della Cognizione - ISTC. Consiglio Nazionale delle Ricerche. Roma, Italia.